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Los dos cimientos

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. (Mateo 7:24-27)


Introducción

Llegamos al final del Sermón del Monte y concluye con una parábola conocida con el nombre de los dos cimientos. Hasta el momento nuestro Señor Jesucristo ha hecho una exposición clara y precisa de la ley y los profetas. Ha declarado una serie de leyes morales y espirituales bajo las cuales los hijos del reino tienen que vivir. Ahora nuestro Señor terminara recalcando la importancia de llevar a la práctica todos estos principios bíblicos, así como las consecuencias de la obediencia.


Los dos cimientos

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”. Mateo 7:24-27


Jesús deja claro la importancia de no solo escuchar sus palabras sino de llevarlas a la práctica. Sin embargo, también agrega la importancia de la obediencia completa. Para esto ilustra una parábola donde nos habla de dos personas. La primera la llama el hombre prudente, el cual edifico su casa sobre la roca. Descendieron la lluvia y los ríos, golpearon la casa, pero ésta no cayó. La palabra que se traduce en este texto como prudente es frónimos (φρόνιμος), la cual describe a una persona sabia y sensata. Jesús aclara que el hombre prudente es aquel que primeramente oye, es decir, procura poner atención a la palabra de Dios dándole la mayor de la importancia.


El escuchar la palabra de Dios es clave para el creyente, de hecho Pablo dice que esto ayuda a fortalecer nuestra fe: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”, (Romanos 10:17). Sin embargo, el hombre prudente no solo presta gran atención a la palabra de Dios, sino que también la lleva a la práctica: “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”, (Santiago 1:25). La consecuencia de poner en práctica la palabra de Dios trae sobre él una bienaventuranza de acuerdo a Santiago. Esto concuerda con las palabra de Jesús al decir que aquel que decide construir su casa sobre la roca, ésta permanecerá aun en medio de las más grandes tempestades.


Sin embargo, también habla del hombre insensato, el cual es aquel que oye la palabra de Dios, pero no la pone en práctica. A este lo compara a un hombre que edifico su casa sobre la arena, de tal forma que cuando descendió la lluvia, los ríos y golpeo la casa los vientos, ésta se derribó y su ruina fue muy grande. En esta parábola vemos a dos hombres que tienen algo en común. Los dos escucharon la palabra de Dios. Ambos decidieron edificar una casa. La diferencia fue el lugar donde la edificaron. El hombre prudente busco levantar su casa sobre la roca, posiblemente trabajo más que el otro ya que tuvo que esforzarse más en colocar los cimientos a diferencia de aquel que lo hizo sobre la arena. Al final la que se construyó sobre la roca fue la que soporto más los contratiempos del tiempo.


La Biblia afirma: “Dios trastornará a los impíos, y no serán más; pero la casa de los justos permanecerá firme”, (Proverbios 12:7). El hombre sabio es aquel que conociendo la palabra de Dios la pone en práctica, ese es el cimiento más seguro en la vida. Sin embargo, el hombre que escucha el consejo de Dios, y no lo toma en cuenta para seguir su propia prudencia está destinado a fracasar y a este Jesús llama insensatos.


“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:5-6


Jesús concluye su gran discurso con esta maravillosa parábola. La clave del éxito en la vida para un ciudadano del reino es el escuchar y obedecer su palabra ya que esto asegurara el futuro de los mismos.

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