Oseas 11:4: “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida”.
Dios no puede negar su esencia
No podemos negar que se trata de un hermoso pasaje, donde se expresan palabras de amor y afecto. Este versículo es el más importante en el capítulo 11 de Oseas. Al igual que antes, Israel vivía en rebeldía y pecado, y a causa de esto el Señor tenía todo el derecho de condenarlos. Pero eso no sucedió. ¿Por qué? Dios sencillamente no podía hacerlo, no quería cargar con esto. En el versículo 8 de Oseas 11, leemos:
“¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”.
La Nueva Versión Internacional lo traduce así: “¿Cómo podría yo entregarte, Efraín? ¿Cómo podría abandonarte, Israel? ¡Yo no podría entregarte como entregué a Adma! ¡Yo no podría abandonarte como a Zeboyín! Dentro de mí, el corazón me da vuelcos, y se me conmueven las entrañas”.
Y vamos a citar otra versión, que lo expresa con estas palabras: “¿Cómo podré dejarte, Efraín? ¿Cómo podré abandonarte, Israel? ¿Podré destruirte como destruí la ciudad de Adma, o hacer contigo lo mismo que hice con Zeboim? ¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti!”(Se está haciendo alusión a las ciudades de Sodoma y Gomorra; cómo podemos verificar en Deuteronomio 29:23).
Aunque parezca mentira, este pueblo merecía lo mismo que Sodoma y Gomorra (Adma y Zeboim) es decir, ser destruidos completamente, como se menciona en Deuteronomio 29:23:“… Sodoma y Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira”. ¡Pero con Israel Dios no llega tan lejos, Él no puede hacerlo! ¡El simple hecho de pensar en ello, causa dolor a su corazón! Es como si dijera a Israel: “En realidad te debería castigar, pueblo mío, pero tengo mis manos atadas; ¡no puedo hacerlo!” Seguramente surge en nosotros la siguiente pregunta: ¿Es que Dios no tiene poder? ¡No, no es así! ¡De ninguna manera! No obstante, Dios manifiesta en estos pasajes una especie de impotencia. Cuando Israel debería haber recibido una sentencia destructiva, las palabras del Señor fueron: “¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti!”
Como podemos ver, no logra pronunciar una sentencia destructiva sobre Israel. ¿Pero qué es lo que impide la misma? Sencillamente que Dios no puede negar su personalidad, su mentalidad, ni su carácter. Podemos leer en el Nuevo Testamento, en 2 Timoteo 2:13, las siguientes palabras: “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo (es decir Su personalidad, Su mentalidad)”
La personalidad de Dios, su mentalidad y su carácter pueden ser descritos en una palabra: ¡amor! Sí, ésta es su esencia, el amor es el rasgo esencial del Todopoderoso, por ese motivo la Biblia sería muy limitada si dijera que Dios es simplemente amable, por lo tanto, declara que Él mismo es amor (así lo leemos en 1 Juan 4:8). Oseas 11 tiene exactamente el mismo contenido.
Podemos ver, a través de este capítulo, lo difícil que es para Dios castigar a Israel, lo mismo leemos en Jeremías 31:20:“¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”. Para el Señor éste era un deber intrínseco, necesitaba derramar su misericordia en forma continua sobre Israel. Esto continúa siendo igual en la actualidad, ya que Dios es cumplidor de sus promesas, por este motivo, el pacto con Abram se mantiene intacto. Él no abandonará a Su pueblo.
Es cierto que Israel, a causa de su infidelidad tuvo que transitar por caminos difíciles. Podemos ver esto en el mismo capítulo 11de Oseas. Leemos en el versículo 6:“Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos”. Pero nunca se ha pronunciado sobre Israel una destrucción completa, como sucedió en las ciudades de Sodoma y Gomorra; ya que el pacto de Dios con Abram es irrevocable.
En este capítulo somos confrontados con el amor de Dios, un amor que sobrepasa todas las cosas, un amor que no se basa en la situación momentánea del amado, sino en Su eterno pacto de amor.
Lazos humanos y cuerdas de amor
Leemos en Oseas 11:4:“Con lazos de ternura, con cuerdas de amor los atraje hacia mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de pecho; me incliné a ellos para darles de comer” (DHH). Ésta sí que es una interesante afirmación. Se mencionan lazos, pero se trata de lazos humanos, también cuerdas, pero las mismas son cuerdas de amor, provenientes de un yugo que permite comer con tranquilidad. Podemos concluir que existen lazos, pero no inhumanos.
Hallamos cuerdas, pero las mismas no entallan (no cortan). Estas cuerdas están atadas a un yugo, pero éste no es pesado, no aprieta. ¿No nos hace recordar esta última imagen a las palabras de Jesús en Mateo 11:29 y 30: “Llevad mi yugo sobre vosotros… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”?
Los creyentes pueden concluir que Dios, por determinados motivos, de vez en cuando coloca en nuestras vidas “cuerdas de amor”. Cada uno de nosotros de tanto en tanto tiene que enfrentarse a cosas que nos desagradan. Nos sentimos atados, sin embargo no se trata de sogas cortantes ni dolorosas, sino de cuerdas de amor.
El apóstol Pablo, en 1 Corintios 10:13, lo describe de esta manera: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. ¿Podemos comprender estas palabras?
Pablo habla de tentaciones que vendrán sobre nosotros, las cuales podremos soportar; es así como descubrimos una acertada imagen de las “cuerdas de amor” ante nosotros.
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