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Foto del escritorPalabra de verdad

El viaje de David hacia el pecado

II Samuel 11:1-27


David era un hombre justo que amaba a Dios. Él buscaba diligentemente la santidad. La práctica de su vida entera no era la del pecado sino la de justicia en la gracia de Dios. Sin embargo, le encontramos entrando a una época de horrible pecado en su vida. Quizás en este momento, estás jugando con la idea de algún pecado. Estás permitiendo que en tu mente se queden pensamientos, sabiendo que son pecaminosos. Cada uno de nosotros será tentado a tolerar y jugar con el pecado.


Para ayudarnos en nuestro estudio, he usado el concepto de un viaje. Cuando viajamos, siempre hacemos varias preguntas. Primero, quiero saber cuán lejos está el destino. Segundo, me gustaría saber si habrá desvíos o complicaciones en el camino. Finalmente, tengo que saber cuánto me va a costar el viaje. Entonces, vamos a ver la distancia del pecado, el desvío del pecado y la deuda del pecado. ¿Cuán lejos me llevará? ¿Cuánto tiempo me va a detener? ¿Cuánto me va a costar?

Mi deseo es que tu corazón sea advertido con el conocimiento de la verdadera naturaleza del pecado. Yo espero que nunca olvides la horrenda naturaleza del pecado.


PRIMERO:

¿Cuál es la distancia del pecado? Eso es, ¿cuán lejos me llevará el pecado? Si yo juego con el pecado, si lo sigo, ¿cuán lejos me llevará?

¿Quieres saber cuán lejos te llevará el pecado? Siempre te llevará más lejos de lo que quieres ir. Sin fallar, el pecado te llevará más lejos que tú quieres ir. ¿Cuán lejos quieres caminar con el pecado? En verdad no importa, porque el pecado siempre te llevará más lejos de lo que quieres ir. Esa es la naturaleza del pecado.


El versículo (II Sam. 11:1) uno nos dice que era el tiempo en que los reyes salían a la guerra. David era el rey de Israel y debía haber estado con su ejército, pero David se quedó en su palacio. Como resultado, David estaba en el lugar incorrecto. El pueblo de Israel había pedido un rey para que les pudiera dirigir en la guerra (I Sam. 8:19). Sin embargo, David se quedó en casa.


Hasta ese momento, todo había salido bien para David. Tenía 50 años y había reinado en Jerusalén más de 12 años. Vivía en el Monte de Sión con muchos hijos e hijas. Tenía muchos consejeros y un ejército poderoso. Dios le había preservado en cada batalla mientras David derrotaba a sus enemigos y salía triunfante. Sus habilidades y piedad eran más excelentes que sus triunfos militares. Estaba en el pináculo de la grandeza humana. Cuando David llegó a esta posición tan alta, era más vulnerable que en cualquier otro momento de su vida. De este pináculo, él se desplomó. Más tarde, su hijo Salomón escribió en Proverbios 16:18: “Antes del quebrantamiento es la soberbia y antes de la caída la altivez de espíritu”.


David se encontraba en el lugar incorrecto y por eso se metió en problemas. Si su mente y energía hubieran estado ocupadas en el trabajo de su llamamiento como rey, no habría caído en pecado en Jerusalén. Si hubiera dirigido el ejército en Raba, nunca habría pecado en Jerusalén.

En el versículo 2 vemos que David, por estar en el lugar incorrecto, se encontró en el lugar de tentación. El portón de la tentación fue el ojo y el objeto de la tentación fue muy hermoso. El diablo siempre esconde su veneno en las golosinas más dulces. Él es el padre de mentiras y el maestro del engaño. Él aparece como ángel de luz aunque él es la esencia de la maldad. No seas engañado. El jugar con el pecado es como jugar con una serpiente venenosa. Cada vez que cedemos a la tentación, la serpiente de pecado está hundiendo sus colmillos, llenos de veneno mortal, en nuestro ser.


En los versículos 3 y 4 vemos que David fue vencido por la tentación. Ahora David no estaba sencillamente jugando con el pecado. Él ya ha cometido adulterio y estaba completamente seguro de eso. Ahora él es culpable de dormir con la esposa de otro hombre. Ahora bien, la naturaleza del pecado es así. Un día David decidió quedarse en casa para hacer algo que no debería haber hecho. Él no estaba cumpliendo con su deber. Él tenía confianza que su ejército iba a ganar la batalla. No vio la necesidad de estar donde Dios le había puesto como el líder de Israel. Aprendamos una lección muy importante de David. Si no estamos en nuestro lugar haciendo nuestro deber, hay un gran peligro de caer en la tentación. No es suficiente pensar que todo va a salir bien. Si tú dejas de leer la Biblia y de orar y piensas: “Ah pues, no importa; esto no me afectará”, estás equivocado. Estás muy equivocado. Si tú dices: “Me siento cansado esta noche y creo que no voy a la iglesia. El Señor entiende”, déjame decirte, si David hubiera estado en el campamento planeando el ataque en contra del enemigo, no habría mirado a la esposa de otro hombre mientras ella se bañaba.


¿Cómo es el pecado? David se quedó en casa. Él miró una mujer bañándose. Él buscó la oportunidad para conocerla. Él cometió adulterio. Esa es la naturaleza progresiva del pecado. Siempre te lleva más lejos de lo que quieres ir.


David no estaba pensando: “Voy a quedarme en casa y cometer adulterio”. Un paso siguió el otro en el progreso del pecado. David solamente rehusó hacer lo que Dios tenía para él. David no hizo planes para cometer adulterio. Sencillamente puso su voluntad por encima de la voluntad de Dios. Un paso siguió el otro, y finalmente se encontró en los brazos de la esposa de otro hombre. Así es la naturaleza del pecado.


¿Piensas que puedes controlar el pecado? ¿Piensas que puedes dominar el pecado? ¡Oh no, mi hermano, mi hermana! El pecado no conoce el papel de siervo sino el papel de jefe. Tú no controlas el pecado, el pecado te controla a ti. Tú no puedes viajar con el pecado. El pecado siempre te llevará más lejos de lo que tú quieres ir.


Hay solamente una manera de enfrentarnos al pecado. Tenemos que darle un golpe mortal. Necesitas cortarlo de tu vida (Mt. 5:29, 30). No le puedes mostrar misericordia al pecado porque ciertamente el pecado no tendrá misericordia de ti.


No puedes jugar con pecado en tu mente o buscar ocasión para pecar en el trabajo o en la escuela. Tienes que pasar la espada de Dios por la raíz del pecado y necesitas hacerlo ahora. ¡No esperes! El pecado es progresivo. El pecado te lleva más y más lejos de Dios. NUNCA, jamás te deja igual.


SEGUNDO:

El pecado no solamente te lleva más lejos de lo que tú quieres ir, sino que también te detiene más tiempo de lo que tú quieres. ¿Piensas que puedes hacer del pecado un amigo y viajar con él hasta que no te convenga? ¡Estás equivocado! Cuando estás listo para terminar, el pecado solamente ha empezado a divertirse.


En el versículo 5 vemos una complicación en el pecado de David. El pecado siempre complica las cosas. El pecado siempre trae malas consecuencias. El pecado nunca te deja igual. Con sus garras, el pecado te coge con una fuerza tremenda. David nunca pudo regresar a su condición anterior después que hubo pecado. Él nunca volvió a ser igual.


En el versículo 6, David trata de cubrir su pecado. Su plan fue que Urías durmiera con su esposa. Entonces, el pecado sería cubierto. Sin embargo, David se frustró porque Urías no quiso ir a su casa mientras sus compañeros estaban en la batalla. Aun cuando David le embriagó, Urías no fue a su casa. En su desesperación por cubrir su pecado, David hizo un complot para cometer homicidio. Es por eso que Salomón escribió más tarde en Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados no prosperará”. Mira cuán duro se tornó el corazón del dulce salmista de Israel a causa del pecado.


Al enterarse de la muerte de Urías (vs. 23-25), David encontró alivio de su presión. Al menos eso fue lo que pensó. Ahora bien, recuerda que todo empezó cuando David decidió quedarse en casa en vez de hacer la voluntad de Dios. David nunca se acostó el primer día diciéndole a Dios: “Señor, voy a cometer adulterio y asesinato”. Sencillamente, David estaba en el lugar incorrecto y la naturaleza progresiva del pecado le dirigió paso por paso.


Pregúntale a un borrachón si pensaba ser así cuando tomó su primer trago. Pregúntale a un adicto a las drogas si quería ser un esclavo de la drogas cuando fumó su primer cigarrillo de marihuana. ¡No! Fue el primer paso, el segundo y antes de darse cuenta de lo que pasaba, el pecado le hizo un esclavo. El pecado siempre te detiene más tiempo del que quieres quedarte.


TERCERO:

Vemos la deuda del pecado. Si quieres viajar con el pecado, tienes que pagar. El pecado solamente acepta clientes que pagan. Tal vez tú dices: “¿Cuánto me cuesta pecar?” ¡Siempre más de lo que tú quieres pagar! ¿Cuánto te cuesta? Siempre te cuesta más más y más. Mucho más de lo que tú quieres pagar. El engaño del pecado es que nunca te dice el precio hasta que el viaje ha terminado.


¿Cuánto le costó a David su pecado? Cuando el profeta lo afrontó, David se arrepintió. Él fue perdonado pero su perdón no borró las consecuencias de su pecado. Primero, su bebé murió. Segundo, la violencia, el engaño y los actos inmorales fueron plagas a su familia. Mira las lecciones que sus hijos aprendieron de su papá por su pecado. Un hijo violó a su hermana. El hermano de ella más tarde mató al violador. Este mismo hijo hizo revolución en contra de David y durmió con todas las concubinas de David. Lo peor de todo fue que el pecado de David provocó que sus enemigos blasfemaran el nombre de Jehová.


¡Oh, mi hermano! ¡Oh, mi amigo! El pecado te llevará al peor de los finales posibles. Si tú eres salvo, el pecado quiere arruinar tu testimonio, tu familia y tu iglesia. Amigo sin Cristo, el pecado quiere llevarte al lago de fuego para sufrir por toda la eternidad. El precio del pecado es demasiado alto.


Ven al Señor Jesucristo para recibir salvación y perdón. Necesitas ir a él con el deseo de dejar el pecado. Jesucristo no perdona el pecado que tú quieres seguir practicando. Si en verdad estás cansado de la esclavitud del pecado, el Señor puede perdonarte, limpiarte y salvarte del dominio del pecado. Recuerda: El pecado te lleva más lejos de lo que tú quieres ir. Te detiene más tiempo del que te quieres quedar; y siempre, siempre te cuesta más de lo que quieres pagar.

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