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La falta de oración es pecado

No hay pecado más fácil de cometer que el de la falta de oración. Es un pecado contra el hombre y contra Dios. ¿Es usted culpable de este pecado en el presente? En ciertas ocasiones la Biblia trata específicamente sobre el pecado de no orar por los demás. Samuel dijo a Israel: "Y en cuanto a mí, lejos esté de mí que peque contra el Señor cesando de orar por vosotros" (1 Samuel 12:23). Hubiera sido un pecado contra ellos y contra Dios, quien tanto los amaba.


Usted puede pecar no sólo por hacer lo malo sino también por dejar de hacer lo bueno, por dejar de cumplir con su deber. "Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado" (Santiago 4:17). Jesús dijo: "Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no… hizo conforme a su voluntad"; comete tal pecado (Lucas 12:47).


Tales pecados de omisión no le separan de Dios, pero ciertamente entristecen Su corazón. Estos demuestran falta de respeto hacia la Palabra de Dios, al amor de Cristo y al sensible Espíritu Santo, quien procura hacerle recordar a usted lo que debe hacer. Los pecados de omisión debilitan su vida espiritual, lo hacen hasta cierto punto inútil para Dios, y lo privan de las recompensas que Dios anhela otorgarle.


UN PECADO DE DESCUIDO

O. Hallesby escribió lo siguiente: "No existe peor manera en que un hijo de Dios pueda entristecer a Jesús que descuidando la oración…Muchos descuidan la oración hasta tal punto que su vida espiritual se apaga gradualmente". Aquellos que son descuidados en cuanto a la oración demuestran que son descuidados en cuanto a otros asuntos espirituales. Estos casi nunca están preparados para que Dios los utilice. La falta de oración significa falta de disponibilidad para Dios: un pecado cometido contra el amor de Dios.


La falta de oración demuestra que esa persona posee muy poco amor verdadero hacia Dios. No es difícil sacar tiempo para hablar con aquellos a quienes amamos. "Hermanos, la necesidad apremiante de la iglesia radica en su pereza para buscar a Dios"; dice Samuel Chadwick. Y Andrew Murray agrega: "El pecado de la falta de oración es una prueba…de que la vida de Dios en el alma está débil y enferma de muerte".


La persona que no ora es más carnal que espiritual. El Espíritu Santo es el Espíritu de oración (Zacarías 12:10). Él nos mueve a que oremos, nos guía en la oración, y nos ayuda en nuestra debilidad en la oración (Romanos 8:26). Los cristianos que no oran no están llenos ni controlados por el Espíritu, a pesar de lo que puedan profesar. El descuido de uno en la oración puede ser un pecado contra Dios.


UN PECADO DE DESOBEDIENCIA

La falta de oración no es sólo descuido, es desobediencia. Esta clase de desobediencia puede manifestarse de diferentes maneras.


Tenemos la responsabilidad de orar por todos los líderes, en particular por los líderes de nuestro gobierno y por los de otras naciones. ¿Lo hace usted? "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia" (1 Timoteo 2:1-2). El no incluir estos asuntos en sus oraciones privadas o públicas constituye un pecado de desobediencia.


En dos ocasiones distintas Jesús ordenó lo siguiente: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies" (Mateo 9:38; Lucas 10:2). Si usted no ora por el evangelismo y las misiones, está desobedeciendo directamente el mandato de Jesús. Este es un pecado de desobediencia.


Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte que debemos orar así; "Venga tu reino" (Mateo 6:10). Al cristiano no le queda alternativa. El creyente debe orar con regularidad por el avance de la causa de Cristo, por la santificación y la glorificación del nombre de Cristo, y porque Dios bendiga a la iglesia. El no hacerlo constituye un pecado directo de desobediencia contra Cristo. Haga un examen de su vida de oración y determine si usted ha estado contristando a Dios a menudo por desobedecerle de esta manera.


Jesús nos dio un modelo de oración para enseñarnos: "Vosotros, pues, oraréis así" (Mateo 6:9). En efecto, debemos a menudo emplear estas mismas palabras, puesto que Jesús nos lo ordenó: "Cuando oréis, decid…" (Lucas 11:2). En esta oración modelo Jesús enseñó que normalmente debemos orar primero por el nombre de Dios, porque venga su reino y porque se haga su voluntad, antes de orar por nuestras necesidades personales (Mateo 6:9-13; Lucas 11:2-4).


Por lo tanto, si la mayor parte de nuestras oraciones giran regularmente alrededor de nosotros mismos, de nuestra familia, y de nuestro círculo más cercano de amigos, en lugar de girar alrededor del reino de Dios, de Su iglesia, de las necesidades del mundo y del evangelismo mundial, procedemos en contra del ejemplo de Cristo, puesto que él dijo: "Vosotros, pues, oraréis así" (Mateo 6:9). Orar por uno mismo es petición, no intercesión. La intercesión es la oración que se hace por otros. La oración que prevalece es casi siempre la que se hace por otros.


Si el cristiano ora día tras día primordialmente por sí mismo, por su propia familia, y por su círculo de amigos más cercano de amigos, en lugar de orar primordialmente por los demás, como enseñó Jesús, está cometiendo un pecado. Si los cristianos jamás lloran por su propia ciudad o zona, como lloró Jesús por Jerusalén; si los cristianos jamás oran con corazón quebrantado por los pobres y los desamparados, por los hambrientos, por los presos, por los huérfanos, por las viudas; por los acongojados, por los esclavos del licor, por los drogadictos, y por los niños y las esposas maltratadas, estamos pecando contra la orden de Pablo: "Llorad con los que lloran" (Romanos 12:15).


Job preguntó: "¿No lloré yo al afligido? Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?" (Job 30:25).

Si los cristianos saben que Cristo les ha enseñado – y ordenado – que oren, y que está esperando a que ellos se conviertan en sus compañeros en la oración, y aun así no oran, caen en franca desobediencia.


Si un cristiano sabe que Cristo desea que el mundo tenga la oportunidad de ser salvo, que Cristo nos ha ordenado que oremos por obreros para su mies, y que los resultados duraderos en el evangelismo vienen sólo cuando el evangelismo está impregnado de la oración que prevalece: cuando el cristiano sabe todas estas cosas y aun así no se da a la tarea de orar, comete uno de los más graves actos de desobediencia que se puedan cometer. Esto pone en duda cuánto amamos a la gente y cuánto amamos en verdad a Jesús.


El no orar fielmente y con regularidad por los demás, es prueba de que nuestro amor es egoísta en extremo, de que nuestra visión es muy limitada, y que todavía no conocemos cuál es el palpitar del corazón de Jesús, quien ama al mundo entero y anhela la salvación y el bienestar del mismo.


UN PECADO EN CONTRA DE SU PROPIA VIDA ESPIRITUAL

La falta de oración es, además, un pecado en contra de nuestra propia vida espiritual. Usted no puede crecer en gracia cuando descuida la oración. Usted no puede bultivar un andar íntimo con Jesús si no se comunica a menudo con El. Usted no puede compartir el mismo latir de Su corazón si usted en raras ocasiones intercede con El.


La falta de oración lo priva a usted de tener conciencia de la cercanía de la presencia de Jesús. Lo priva del tener conciencia de la sonrisa que se dibuja en Su cara, de la dicha de escuchar Su voz. Lo priva también del toque de su mano y de gran parte de la guía que él da. Lo priva de Su poder.


La falta de oración es el pecado más grave que se pueda cometer contra uno mismo, ya que la oración es felizmente tan sencilla. Todo lo que usted necesita hacer para aprender a orar es precisamente orar. Es algo tan natural en términos espirituales que los nuevos creyentes casi que comienzan a orar sin ser enseñados. Hasta los niños pequeños pueden fácilmente aprender a tener una vida de oración muy real, personal y satisfactoria a medida que hablan con Jesús.


UN PECADO CONTRA DIOS

Puede ser que a la falta de oración le llamemos debilidad, que estemos tan ocupados y preocupados que descuidemos aquello que sabemos que debemos hacer. Puede ser que inventemos numerosas excusas, mas Dios le da el nombre de desobediencia. Y eso es pecado contra Dios.


La falta de oración no es sólo un pecado contra los demás directamente, es un pecado contra el mismo Dios directamente (1 Samuel 12:23). Jesús nos enseñó "sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar" (Lucas 18:1). Forsyth ha dicho que para el cristiano, "el peor pecado es la falta de oración". ¿Por qué? Porque demuestra nuestra indiferencia hacia Dios y nuestra desobediencia a Él.


La falta de oración es una prueba de la actitud nuestra hacia Dios. Constituye un tipo de infidelidad y de falta de amor. Nuestra relación con Dios no es lo que debería ser si no le amamos lo suficiente como para sacar tiempo para estar a solas con El, para escucharle y hablarle. La falta de oración le proclama a Dios y a Satanás que la relación que tenemos con Jesús no es demasiado amante ni estrecha. Una relación correcta con Jesús siempre habrá de incluir la oración: tanto el deseo de orar como la práctica en sí de la oración.


A USTED LE PESARA LA FALTA DE ORACION

Nos pesará la falta de oración cuando de repente nos haga falta prevalecer en oración y nos demos cuenta de cuánto hemos retrocedido, de cuán poco importante es nuestra relación con El y cuán débiles nos ha dejado nuestra falta de oración. Cuando de pronto necesitamos una fe fuerte, nuestra fe nos resulta débil y tambaleante, puesto que la hemos ejercitado tan poco. Dios, en su misericordia, puede ser que nos escuche, más nuestros corazones se sienten culpables por haberlo descuidado a El de tal manera y por haberlo desobedecido en nuestra vida de oración.


Es menester que le pidamos perdón inmediatamente. Tengamos presente que podemos recibir el perdón en un instante si nos arrepentimos de veras y tomamos medidas ahora para cumplir la voluntad de Dios. Más el poder en la oración no se restablece en un instante. Como regla general, es el fruto de la fidelidad en la vida de oración.


Dios lleva un registro, no sólo de nuestros pensamientos y de nuestras palabras, sino también de nuestras oraciones. Ravenhill escribe lo siguiente: "Estoy convencido de que a la mayoría de nosotros habrá que enjugarle las lágrimas cuando los libros sean abiertos en el tribunal de Cristo, y sea leído nuestro registro personal".


Cuando usted y yo estemos con Cristo en la eternidad, tal vez la característica más sorprendente de nuestras vidas, al mirar atrás, habrá de ser la falta de oración. "Si hay algún pesar en el cielo el mayor de todos será haber pasado muy poco tiempo en genuina intercesión".


Si, como enseñó Andrew Murray, Cristo determinó que la oración fuera el gran poder mediante el cual Su iglesia habría de realizar su obra, entonces, con toda seguridad, el descuido de la oración por parte de la iglesia es la principal cuasa de su falta de poder. El agregó: "Satanás desatará todo su poder con el fin de que no nos convirtamos en hombres de oración" ¡Cuán decepcionado está Dios con la vida espiritual del pastor y de su pueblo, cuando ambos son débiles en la oración que prevalece y en la oración de fe! Dios no nos ha otorgado un recurso mayor para que sobre nuestras vidas y sobre nuestra obra desciendan su bendición y su poder.


Es probable que no exista otro pecado en particular que usted y yo debamos admitir con mayor vergüenza, que el pecado de falta de oración. Quizás no ha habido otra época en la historia de la iglesia en que los líderes de las iglesias y las congregaciones hayan estado más atareados y más organizados en las actividades de la iglesia. Mas ¿dónde está el poder que atrae a los incrédulos, que los hace temblar en la presencia de Dios, que los conduce al verdadero arrepentimiento y a la transformación de sus vidas, y que luego los hace formar parte activa de una comunidad que activamente testifica? No basta con estar atareados. Es menester que seamos bendecidos y que estemos investidos de poder, que seamos poderosamente utilizados por Dios.


Nunca antes la causa de Dios ha necesitado una ilustración más visible de las posibilidades y del poder que tiene la oración, que lo que la necesita la iglesia de nuestros tiempos. El poder de la oración es el que hace santos y produce santidad de carácter, ética en el vivir, y testimonio fructífero. Que Dios perdone nuestra falta de oración y que nuevamente nos llame a una vida de oración que prevalece.


PODEMOS SER LIBRADOS DE LA FALTA DE ORACION

Chadwick ha escrito lo siguiente: "Tal parece que lo más grande en el universo de Dios es un hombre que ora. Sólo existe una cosa más asombrosa que esta, a saber: un hombre que no ora" ¡Señor, haznos gigantes en la oración! La falta de oración es el pecado del cristiano indiferente. La ausencia de oración prevaleciente auténtica constituye el pecado de muchos cristianos que oran. Gracias a Dios que existe un camino que conduce a una vida de oración e investidura de poder, y ese camino es la oración.


Es necesario que tengamos una relación con Cristo totalmente nueva. Andrew Murray dice: "Es en vano que nosotros, con la vida espiritual defectuosa que tenemos, nos esforcemos por orar más y mejor. Esto es un imposible". Es necesario que veamos a Jesús como el Señor que aguarda para librarnos de la falta de oración. Debemos creerle para poder tener una nueva vida de comunión más íntima con él, una vida, en su amor y en su comunión, que vaya más allá de lo que hasta la fecha hemos conocido.


Jesús anhela librarle de una vida espiritual defectuosa y de una vida defectuosa de oración. Él debe hacerse real de una forma más personal. Usted debe valorar su amor infinito más que nunca. Usted debe reciprocar su anhelo de comunicarse con usted. Debe estar dispuesto a dedicar tiempo para que El comparta su carga de oración con usted, mientras que intercede a la diestra del Padre. El Cristo resucitado y entronizado, el gran Intercesor suyo, mediante su Espíritu Santo, le enseñará la vida del poder en la oración. Que el Espíritu le llene con el espíritu de intercesión. Para aprender a prevalecer en la oración hay que tener fuerza de voluntad. Hay que reconocer cuáles son sus prioridades espirituales. Ravenhill ha dicho: "La oración es una batalla para hombres hechos y derechos, completamente armados y completamente despiertos ante las posibilidades de la gracia".


¡Que Dios nos enseñe el papel que juega la oración y la prioridad de orar! ¡Que Dios nos dé sed y gusto por la oración, por encontrarnos cara a cara con el Señor Jesús! ¡Que Dios nos dé la determinación de preparanos para orar, para apartar tiempo para seguir el ejemplo de Cristo en la oración! Que Dios nos enseñe a llenar los requisitos de la oración, a cultivar el hambre por la oración, a experimentar el gozo de la intercesión que prevalece y el poder de Dios que viene sobre nuestras vidas y sobre las de otros mientras oramos!

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