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LA SEÑAL DE LA HEREDAD COMPRADA

Texto: Jeremías 32:1—49:39

Versículo Clave: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti.” Jeremías 32:17

Debemos llegar a ver que nada es imposible para Dios, por lo que siempre se puede confiar en Él, seguirlo y obedecerle por completo.


UN VISTAZO PRELIMINAR

La señal de la heredad comprada es otra ayuda visual que Dios usó para instruirnos. Dios siempre adopta una perspectiva amplia de las cosas, y Dios estaba preparando a Jeremías para las pruebas que estaban por venir. A menudo tenemos la idea que la vida debería ser una experiencia tipo cielo en la tierra, donde estamos libres de problemas y felices todo el tiempo. Nos sentimos engañados si las cosas no salen de esta manera. Pero la Biblia nos dice repetidamente que ésta no es la forma en que sería (2 Ti. 3:12). Entretanto Satanás esté en control del mundo físico, nuestras vidas no serán fáciles.


No tendremos una existencia libre de problemas. Dios puede usar los problemas en nuestras vidas para enseñarnos lecciones, y Él nos proveerá en nuestros problemas. Dios le dio a Jeremías esta gran lección objetiva, tanto para enseñarle como para fortalecerlo. La cautividad estaba sobre el pueblo de Judá en esta época. Jeremías estaba confinado al patio de la prisión bajo las órdenes de Sedequías. Jeremías le había aconsejado al pueblo de Judá que cediera ante los babilonios, y el rey vio esto como una traición. Nabucodonosor y su ejército estaban fuera de Jerusalén; la ciudad estaba sitiada y la rendición era inminente. Pero en medio de esta situación problemática, Jeremías tenía la indicación de dar un paso de esperanza y gran optimismo. Se le indicó planear para el futuro cuando no parecía que él ni su pueblo tendrían mucho futuro.


Después de este mensaje, los capítulos 34 - 39 son una serie de escenas retrospectivas. No vienen en orden cronológico, pero Jeremías estaba viendo hacia atrás unos cuarenta años de ministerio y recordando ciertos incidentes que no habían sido reportados anteriormente. Tomados juntos, nos dan una revelación de lo que Dios quiere de su pueblo. Cada capítulo documenta la falla de Judá de reunir un requisito de Dios alusivo a su vida nacional.


UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. Lo que Jeremías le pidió a Dios que hiciera

Jeremías 32:6-10

6. Dijo Jeremías: Palabra de Jehová vino a mí, diciendo:

7. He aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla.

8. Y vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad, que está en Anatot en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová.

9. Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata.

10. Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza

Lo que vemos aquí es un sorprendente acto de fe. Éste era el peor momento posible para comprar un patrimonio. Por otro lado, era un gran momento para venderlo. Jerusalén y Judá estaban bajo una amenaza inminente de captura, y toda la tierra estaría sujeta a muchos años de tinieblas y desolación. Nadie sino aquellos que habían escuchado a Jeremías sabían cuánto duraría la cautividad o si terminaría en algún momento. No obstante, Dios le indicó a Jeremías que comprara la heredad de su tío cerca de su tierra natal Anatot. Ésta es una gran lección de lo que significa andar por fe y no por vista. Desde todos los puntos de vista humanos, ésta era una decisión insensata. Pero por medio de la fe era algo sabio.


Primero, aquí observamos el progreso de los eventos. Dios le dijo a Jeremías que su primo, Hanameel vendría y ofrecería venderle la heredad. Más tarde Hanameel vino y entonces Jeremías sabía que ésta era la palabra del Señor. Jeremías confirmó su revelación a través de las cosas que realmente le sucedieron. Dios le dio a Jeremías un mensaje, y Dios también le dio a Hanameel un deseo de vender esta heredad. Dios siempre trabaja en ambos lados de cualquier esfuerzo humano.


Nuestra fe jamás debe ser fanática. La fe espera que Dios confirme su palabra; pero la precaución nunca es una razón para negarse a actuar en fe. A Jeremías se le pidió que violara todos los poderes del razonamiento humano y usara su dinero de una forma que parecía ser despilfarro. Éste era un buen trato para Hanameel; él estaba vendiendo una heredad que jamás volvería a usar. Parecía ser un mal trato para Jeremías; él estaba comprando una heredad que jamás disfrutaría. La cautividad estaba acercándose y aparentaba ser mejor dinero en el bolsillo que una heredad en un lugar donde nadie podía vivir más. La fe siempre desacata las circunstancias. Se toma un riesgo y se depende de Dios que guarde su Palabra.


Noé construyó un arca cuando no había agua. Abraham fue a un viaje sin un mapa. Moisés abandonó el tesoro de Egipto por una vida en el desierto. Todas estas decisiones se veían alocadas para el mundo, pero cada una de estas decisiones se basaba en un principio más grande y en un conocimiento mayor. Esto sería algo loco de hacer excepto por una cosa; Dios le dijo a Jeremías que lo hiciera.


Es dudoso que Hanameel estuviera actuando en fe. Él estaba aprovechándose de la situación. Jeremías tenía el derecho de comprar la heredad muchos años antes de este incidente. Hanameel sabía que la cautividad era inminente y que él podría llevarse el dinero a Babilonia, pero no la heredad.


La fe está dispuesta a verse ridícula porque se basa en el conocimiento que proviene de Dios. Dios le dijo a Jeremías, y a su vez Jeremías le dijo al pueblo de Judá, que la cautividad tardaría setenta años y que luego terminaría. Jeremías le creyó a Dios. La heredad que fue comprada por diecisiete siclos de plata valdría mucho más cuando los hijos de Israel volvieran de la cautividad.

La lección para nosotros está clara. Dios nos pide que le creamos a Él y a su Palabra. Nos pide que ante el mundo seamos vistos como insensatos con el fin de ganar una recompensa eterna. A un mundo perdido le parece insensato que sirvamos a Dios. ¿Por qué ir a la iglesia cuando podría estar jugando? ¿Por qué leer su Biblia cuando podría entretenerse de muchas maneras? ¿Por qué orar cuando podría tomar una siesta? ¿Por qué daría su dinero a su iglesia cuando podría comprarse algo que necesite? Sólo hay una razón. Dios nos pide que hagamos estas cosas, y si le somos fieles Él nos dará una recompensa por ellas.


Usted no puede perder cuando sigue las instrucciones de Dios, y jamás puede ganar si no las sigue. Puede que Hanameel haya sido un buen hombre de negocios, pero Jeremías es recordado como el hombre de fe.


II. El pacto de fe

Jeremías 32:11-15

11. Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta.

12. Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel.

13. Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:

14. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días.

15. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra.


La fe verdadera jamás teme a un pacto público. Lo que en realidad creemos en nuestros corazones será testificado en voz alta en nuestras vidas (Ro. 10:8-11). Jeremías no se conformaba con guardar este trato en secreto. Él quería que todo el tribunal de Judá supiera lo que había hecho. Éste era un testimonio del poder de Dios y de la creencia inquebrantable de Jeremías en que Dios haría justo lo que Él había prometido. Es fácil decir que creemos en Dios, pero mucho más difícil vivir realmente de esa manera. A menudo profesamos fe, pero la fe que profesamos no cambia nada en nuestra forma de vivir. Aquí hay un ejemplo donde Jeremías demostró públicamente que estaba confiando en la palabra de Dios.


La fe de Jeremías no llegó hasta la mitad del camino. Él insistió en que la escritura de la heredad fuera documentada. Recuerde que este registro fue hecho mientras los babilonios estaban literalmente a las puertas de Jerusalén. Jeremías hizo que la escritura tuviera testigos y fuera documentada por Baruc, el secretario de la corte. Él pidió que las escrituras y registros de la venta fueran asegurados en una vasija de barro para que muchos días después pudieran ser encontrados y usados apropiadamente.


Una copia estaba sellada y otra estaba abierta, evidentemente guardada por Jeremías, para que el registro de esta compra no se perdiera. La fe jamás se queda a medio camino. Si realmente tenemos fe, tiene que ser completa y consistente. Jeremías no estaba comprando esta propiedad especulando que las cosas podrían salir bien. Él no estaba corriendo un riesgo o apostando por dinero de que Dios guardaría su palabra.


Observe cuidadosamente cuántas veces en este pasaje Jeremías nos dice que estaba actuando bajo el mandato específico de Dios. Dios le dijo qué hacer y él actuó en obediencia. La fe es la obediencia máxima; es ceder nuestra voluntad a la voluntad superior de nuestro Padre Celestial y confiar que Él hará que las cosas sean para nuestro bien.


La decisión y la acción de Jeremías se basaban en la revelación que comunica en el versículo 15. Dios dijo que estas casas y heredades un día serían poseídas por el pueblo de Israel. Fácilmente usted puede ver aquí cuán real es la fe unida a la esperanza y cómo esa esperanza está unida en amor. Jeremías tenía la esperanza que el pueblo de Israel volvería a esta tierra debido a que él tenía fe en que Dios se lo había revelado. Todo esto fue posible debido al amor de Dios por su nación y por todos los individuos de Judá.


Los babilonios estaban a las puertas, pero Dios todavía estaba en su trono, y Dios todavía estaba en control. El verdadero hombre sabio reconocerá esto. Obedecer la Palabra de Dios y actuar en la voluntad de Dios jamás es una apuesta. Dios honrará su Palabra sin importar lo que los hombres puedan hacer o no.


III. La oración de Jeremías

Jeremías 32:16-23

16. Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo:

17. ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;

18. que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre;

19. grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras.

20. Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy.

21. Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande;

22. y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel;

23. y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal.

Estas palabras son los pensamientos privados de Jeremías conforme entregaba las escrituras de esta heredad a Baruc. Esto demuestra el lado humano de este profeta. Él tenía mucha fuerza cuando hablaba públicamente, y tomó una acción resuelta cuando compró esta heredad; pero eso no quería decir que en su corazón no tuviera momentos privados de duda.


La fe siempre va acompañada de duda. En muchos sentidos la duda es una prueba de nuestra fe. Usted no puede tener dudas a menos que primero tenga fe. La duda es un ataque sobre la fe. Debido a que la fe es un requisito de Dios, nuestro enemigo está obligado a atacar la fe cuando la ve. Todo el que comienza a vivir y andar por fe encontrará a Satanás listo para tratar de derrocar su fe y sembrar duda en su lugar


La clave es perseverar y no darle lugar a sus dudas. Haga lo que hizo Jeremías y entréguele todo el asunto al Señor en oración. Jeremías siguió el patrón de oración que Jesús nos enseñó en Mateo 6:9-13. Él comenzó recordándose del poder y la grandeza de Dios. Dios hizo la tierra y los cielos, y no hay nada difícil para Él. Entre más fuerte sea el ataque en nuestra fe, más debemos tomar refugio en el sorprendente poder de Dios que hará cumplir su Palabra.


Entonces sigue narrando la historia de Israel atrás en Egipto y demostrando todo a través de la historia cómo Dios había trabajado en esta nación. Los sucesos espirituales pasados que hemos disfrutado deben ser usados como anclas para nuestra fe. Podemos estar seguros que Dios estará en nuestro futuro porque Él ha estado en nuestro pasado. Las cosas que Dios había hecho en el pasado por Israel era toda la prueba necesaria de que Dios una vez más usaría el poder divino para preservar a este pueblo, aún de cara al inmenso poder de los babilonios. Jeremías entonces volvió al mundo real que le rodeaba. El pueblo de Judá había perdido el poder y la protección de Dios favoreciendo la insensatez de ídolos y los dioses falsos. El pueblo había rechazado la voz y la ley de Dios. No habían hecho nada de lo que Dios les había pedido que hicieran, y habían traído sobre sí mismos el mal que estaban atravesando. Dios fue fiel y Él no abandonó a su pueblo.


UNA PALABRA FINAL

Jeremías estaba en lo correcto. Hanameel estaba equivocado. La heredad sin valor que pronto se perdería ante los babilonios un día sería necesaria. Jeremías no la necesitaría, pero sus futuros familiares sí. Recuerde que Jeremías no estaba casado y no tenía hijos. No estaba comprando la heredad para sus hijos; la estaba comprando para el pueblo de Dios que aún no había nacido y que regresaría a Judá y habitaría una vez más esta tierra. Jeremías estaba proveyendo un eslabón en la historia de Israel. La heredad no se perdería y con qué sólo que un miembro de esta familia reclamara esta tierra, sería preservado.


Dios espera que nosotros actuemos con el mismo tipo de fe que Jeremías demostró. Fe es creer en Dios a pesar de las circunstancias. Desconfiar es confiar en nuestras circunstancias a pesar de la revelación de Dios. Nosotros también debemos recordar aquí que Jeremías le había revelado su corazón al pueblo de Judá durante cuarenta años con un resultado poco visible. ¿Fue él un fracaso? Absolutamente no. No fue universalmente aclamado ni se le hizo caso, pero fue fiel a Dios y a su llamado.


Al final, es nuestra fidelidad la que determina nuestra recompensa. Si hemos sido fieles en lo poco, seremos puestos sobre mucho (Mt. 25:23). El tiempo, el talento y el dinero que gastamos en el servicio del Señor jamás son una pérdida. Tampoco es pura inversión, esperando que rinda algún tipo de interés. La recompensa está literalmente fuera de toda proporción con lo que es o lo que se hace. Sin fe es imposible agradar a Dios. No es difícil; es imposible. Pero con fe, los actos ordinarios llegan a tener un nuevo significado, y el poder de Dios llega a nuestras vidas para hacer que tengamos éxito eterno.

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