TEXTO: SALMOS 126:5-6
INTRODUCCIÓN:
La siembra en el ambiro natural provoca al sembrador momentos de tristeza, dolor y frustración. A veces los breñales que invaden los terrenos son demasiados. En otras ocasiones las espinas afectan las manos del que siembra. Hay instantes en que el sol quema tanto que hace sentir mal al agricultor, inclemencias del tiempo también golpean la labor del sembrador: Sequía, demasiada agua, ríos impetuosos que inundan los campos, el frio. Creo que hay infinidad de cosas que en el ámbito natural hacen llorar al que siembra.
También en el ámbito espiritual y ministerial hay cosas que nos hacen llorar a los que sembramos la palabra de Dios.
1. ISAIAS LLORO POR EL PECADO DE SU PUEBLO (Isaías 22:4)
El momento que vivió Isaías fue difícil, ya que la nación se había apartado de Dios, cayendo en le idolatría por eso lloró
2. JEREMIAS LLORO POR LA DESOBEDIENCIA DE SU PUEBLO (Jeremías 9:19)
A Jeremías se le conoce como el profeta llorón porque uno de los hombres que más lloro por la condición espiritual de su pueblo.
Sirvió por 40 años como profeta de Dios y en ese tiempo nadie se convirtió. En cierta ocasión el Sacerdote Pasur lo golpeó con un garrote por hablar la verdad de Dios.
¡TREMENDO! Le tocó sembrar con lágrimas.
Lo importante de estos varones fue que a pesar de los obstáculos que se les presentaban no se detenían de hacer lo que Dios quería. SUPERARON LOS OBSTACULOS.
CONCLUSION:
Apreciables Hermanos, te animo a que nada te detenga de hacer lo que Dios te ha delegado. Recuerda que BIENAVENTURADOS los que lloran porque ellos recibirán consolación.
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