top of page
Buscar
  • Foto del escritorPalabra de verdad

NO HAGO LO QUE QUIERO.

Las palabras que contienen el título de esta reflexión forman parte de una declaración que el apóstol Pablo hizo con respecto a su propia naturaleza humana.

Veamos su contexto:


Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.


Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.

Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

¡Miserable de mí!


¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?

Romanos 7:15-24

En el texto anterior nos damos cuenta como el apóstol Pablo descubre que en su interior hay una ley que se rebela continuamente contra el bien que él desea hacer: La ley del pecado.

Se trata de esa tendencia constante de pensar, desear y proceder en contra de lo que Dios ha establecido.


Llega a comprender que él solo no puede librarse de este azote constante que día a día le atormenta; y que únicamente el poder liberador de Jesucristo puede hacerlo...

Esta declaración del apóstol, hace que recordemos cual es nuestra condición pecaminosa:

Sabemos que no hemos de proceder en contra de lo que Dios ha establecido, y sin embargo, sabiéndolo procedemos...


¿Acaso puede justificarse esta situación?

¡No...!

Al contrario, Dios nos da los medios para que nos enfrentemos día a día con esa condición pecaminosa...


Tú te conoces perfectamente...

Sabes cuál es la debilidad que constantemente te atormenta cada día...

Sabes que no tienes que hacerlo, y lo haces...

¡Qué terrible es estar en este proceso de caídas constantes!

¿Cómo proceder entonces?

¿Qué actitudes prácticas tomar al respecto?


Ante todo recuerda que Dios conoce y comprende tu condición. Pero el hecho que la conozca y la comprenda, no te está dando licencia para pecar; no justifica ni aprueba tu debilidad.

Precisamente porque te conoce te está dando el recurso para que no caigas en la tentación.

Mira lo que te dice al respecto:


Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Mateo 26:41

Oración...

Oración...

Oración...

Esto es lo que necesitas hacer ahora mismo.


Tu bien sabes que el hecho de estar transgrediendo deliberadamente lo que Dios ha establecido, trae consecuencias irreparables...

Son las consecuencias de nuestros actos las que nos destruyen, y para evitarlas, hemos de perseverar en la oración...

Necesitamos tener cada día un tiempo a solas con Dios en que revitalicemos nuestras aéreas débiles...


Cada quien sabe cuál es su punto débil, o su “talón de Aquiles”, por eso es necesario reforzarlo...

Ese es el peligro constante que nos exponemos si no oramos cada día: caer en tentación...

Hemos estado hablando la forma de prevenir los actos pecaminosos.

Es posible que muchos de nosotros NO hayamos tomado las medidas pertinentes, y por eso estemos hundiéndonos en sus nefastas consecuencias.

¿Qué hacer entonces?


¿Qué pasa si sigues pecando en lo mismo?

¿Qué pasa si la frecuencia de caídas se multiplica en vez de disminuir?

¿Qué tienes hacer?


Pídele perdón a Dios ahora mismo

Dios no desprecia el corazón contrito y humillado...

No desprecia el corazón que reconoce que ha fallado y que necesita todo el tiempo de su gracia y misericordia infinita...

He aquí lo que el apóstol Juan escribe al respecto:

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.


Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

1 Juan 1:9-10

El perdón de Dios está totalmente a tu disposición; pero tiene que haber un firme propósito de no volver a incurrir en lo mismo, y sobre todo tomar las medidas de prevención cada día.

No se trata de una medida ocasional, se trata de todos los días...

Ya viste que con un solo día que te descuides, las cosas se complican...

¡Y vaya que sí!


Necesitas fuerza de voluntad para quitar todo aquello que te induce a pecar...

Necesitas fuerza de voluntad para decir NO aunque tus tendencias pecaminosas te reclamen, aunque sufras por desapegarte de ello...

Necesitas fuerza de voluntad para vivir de acuerdo a los lineamientos que Dios ha establecido en su Palabra.

Necesitas fuerza de voluntad para vivir de acuerdo a lo que el apóstol Pedro escribe en su carta:

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.


1 Pedro 1:14-16

¡Qué claro está!

Santos en toda nuestra manera de vivir...

En toda...

No solo en algunas aéreas...

Vida de obediencia y santidad...


Es posible que algunas de las personas que leen esta reflexión, estén ahora viviendo consecuencias terribles por haberse dejado llevar por la “ley” del pecado...

Personas que a pesar de llamarse “cristianas” e incluso de tener ministerios fructíferos, se encuentran atrapadas en esas consecuencias terribles de las que ya no pueden salir...

Son consecuencias que ya no les permiten levantarse...

Consecuencias de desastre total en su vida matrimonial, familiar, financiera o en cualquier otra área...


No hay más que un lamento constante después de tanto tiempo...

Pero ahora reconocen que están como están por haber persistido en la desobediencia; sin embargo, HOY quieren cambiar totalmente el rumbo de sus vidas, quieren que su cristianismo cobre razón de ser como lo fue al principio...

Muchos se sienten ahora, en la condición como en la que se encontraba Jerusalén cuando fue saqueada...


Pero ahora, después de haber reconocido sus faltas reconocen y claman de la siguiente manera:

Cesó el gozo de nuestro corazón;

Nuestra danza se cambió en luto.

Cayó la corona de nuestra cabeza;


¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

Por esto fue entristecido nuestro corazón,

Por esto se entenebrecieron nuestros ojos,

Por el monte de Sion que está asolado;

Zorras andan por él.

Más tú, Jehová, permanecerás para siempre;

Tu trono de generación en generación.

¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, y nos abandonas tan largo tiempo?


Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos;

Renueva nuestros días como al principio.

Lamentaciones 5:15-21

Pídele ahora a Dios que renueve tus días como en el principio...


Recuerda aquel día que tuviste ese encuentro personal que hizo que cambiara todo por completo...

Dios puede renovarlo todo...

Deja que él se encargue de hacerlo todo, pero pon de tu parte en llevar una vida de obediencia radical a su palabra...


Ya viste que tú no puedes hacer nada, a menos que su poder sobrenatural sea el que te sostenga...

Ora al Señor...

Lo más seguro es que te escuchará con prontitud y obtendrás la victoria, pero no por tus fuerzas y méritos, sino por el poder de su Espíritu obrando en ti...


Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.

Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Romanos 8:1-9

11 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page