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Y dijo dios: sea la luz; y fue la luz

En el estudio bíblico de hoy vamos a examinar una pequeña porción de la palabra de Dios, que estoy seguro todos hemos leído. Estoy seguro que todos aquí la hemos leído porque es lo más básico que existe en nuestra fe, ya que son los versículos que describen como este planeta en que vivimos llego a existir. En la palabra de Dios encontramos que Génesis 1:1-31 describe como Dios creó al mundo, y en el capítulo dos vemos que en el séptimo día descanso.

Una cosa que todo cristiano aprende es que existen ciertas cosas que tenemos que aceptar por fe. A pesar de que a todos nos gustaría tener un completo entendimiento de por qué hace Dios las cosas como las hace, o sea, tener un completo entendimiento de como Dios piensa, ninguno de nosotros llegaremos a tal entendimiento [Isaías 55:8-9]. Y cuando llegamos a ese convencimiento, entonces nuestra fe entra en acción, y como todo cristiano fiel ha aprendido a través de diferentes estudios bíblicos y predicaciones, sin fe es imposible agradar a Dios [Hebreos 11:6]. Así que, por fe todos aquí aceptamos que Dios creó el mundo en seis días, pero se ha preguntado alguna vez, ¿por qué se demoró este espacio de tiempo?

Al hacer esta pregunta no es que estemos cuestionando la palabra de Dios, o que estemos cuestionando el poder de Dios, pero es una pregunta valida. Digo que es una pregunta valida porque si realmente creemos que servimos al Dios omnipotente [Génesis 35:11; Jeremías 32:17, 27; Apocalipsis 19:6], o sea, que no existe nada que limite Su poder; si servimos al Dios omnipresente [Salmos 139:7-12], o sea, al Dios que está presente en todo lugar y todo momento; y al Dios omnisciente [1 Juan 3:20], o sea, que conoce todas las cosas reales y posibles, (estos son los tres atributos exclusivos de Dios), ¿por qué entonces no creo el mundo en un instante? ¿Por qué no lo hizo todo en un chasquido de dedos?

La realidad es que existe una gran razón por la que Dios no creo el mundo en solo un instante, y este será el tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Y vamos a basar nuestro estudio principalmente en el libro de Génesis. Debido a que el tiempo que compartimos es limitado, no estaremos leyendo el capítulo completo, sino que usaremos los versículos claves que nos permitirán entender el mensaje que Dios tiene para Su pueblo en el día de hoy. Pero como siempre digo, no dejen de leer y meditar en el capítulo completo durante su tiempo personal de comunión con Dios. Pasemos ahora a la palabra de Dios.

Génesis 1:1-3 - En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Examinemos estos versículos ahora detalladamente. Deseo que examinemos estos tres pequeños versículos detalladamente, porque en ellos encontramos las respuestas a las preguntas iniciales que hemos hechos, y también responden un buen número de preguntas que con frecuencia invaden nuestra mente, y que en ocasiones sirven para disminuir nuestra fe. Fijémonos bien en la palabra clave de este versículo; la palabra clave es: "...desordenada..." Dile a la persona que tienes a tu lado; la tierra estaba desordenada. Esta palabra sirve de llave para abrir nuestro entendimiento, y nos permite ver una pequeña muestra de cómo Dios piensa. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque no hay que ser un gran erudito o teólogo para ver que estos versículos claramente nos demuestran que Dios es un Dios de orden. Debido a que Dios es omnipotente, Él pudo haber creado el universo, la tierra, las plantas, los animales, el hombre, la mujer, y todo lo demás que podemos encontrar en este mundo con un solo pensamiento en un instante, pero no fue así, Dios creó todo ordenadamente.

Meditemos ahora brevemente en los primeros dos versículos que hemos leído. ¿Le suena conocido esto a alguien aquí? Hago esta pregunta porque cuando meditamos o reflexionamos en estos versículos, creo que encontraremos que son una excelente descripción de cómo se encontraba nuestra vida antes de llegar a los caminos de Jesús. Es una excelente descripción del estado en que estábamos, antes de recibir a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque cuando tomamos el tiempo de reflexionar en nuestra vida, pronto nos daremos cuenta de que estábamos completamente desordenados. Cuando tomamos el tiempo de reflexionar en nuestra vida, pronto nos daremos cuenta de que los poderes de las tinieblas gobernaban nuestro diario vivir y controlaban quiénes éramos. Pensemos en esto por un instante; la mayoría de los cristianos llegamos a los caminos de Dios porque sentíamos un vacio, sentíamos el vacio que solo Dios puede llenar. También existen muchos cristianos que llegaron a los caminos de Dios porque estaban desesperados buscando una solución. En otras palabras, todos los cristianos llegamos a los caminos de Dios cuando nuestra vida estaba en caos, es decir, estábamos perdidos en los afanes de esta vida, y los deseos engañosos de este mundo. Y ¿por qué buscamos de Dios? Buscamos de Dios porque queríamos orden en nuestra vida, queríamos la paz que solo Él nos puede dar [Filipenses 4:4-7], buscábamos una solución y la encontramos en el orden de Dios.

Hermanos en muchas ocasiones nosotros presenciamos cosas que nos dejan pensando, presenciamos cosas que nos dejan dudando. En muchas ocasiones se nos queda la pregunta ¿es esto de Dios? ¿Cuantos se han hecho esa pregunta alguna vez? Es una pregunta que todos nos debemos hacer en todo momento, les digo esto porque el enemigo siempre trata de confundirnos, y lo hace de manera sutil [2 Corintios 11:14-15]. En otras palabras, sus mentiras aparentan ser verdades, y la verdad de Dios aparenta confusa o dudosa. Pero la realidad es que Dios no es un Dios de duda, Dios no es un Dios de confusión [1 Corintios 14:33], Dios no es un Dios de desorden; ¡Dios es un Dios de orden! Todo lo demás es del enemigo. Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros, Dios quiere utilizarnos, Dios quiere glorificarse en cada uno de nosotros, pero todo tiene un orden.

Fíjense bien, el primer día Dios separo la luz de las tinieblas, ¿no fue este el caso cuando llegamos a Cristo? En el primer día, ese día cuando aceptamos a Cristo como nuestro Rey y Salvador, Él nos perdonó de todo pecado, él levanto las tinieblas de nuestra vida, y pasamos de vivir en tinieblas, confundidos, deprimidos y desordenados a vivir en el reino de Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: existe un orden para todo lo que Él hace. En el primer día Dios creó la luz y separo la luz de las tinieblas, el segundo día Dios separo las aguas de la expansión, el tercer día separo las aguas de la tierra, el cuarto día creo la luna y el sol, el quinto día los peces y las aves, el sexto día creo Dios al hombre y a todos los animales, y en el séptimo día descanso. El relato de la creación es algo que todos siempre debemos mantener en mente, ya que de él descubrimos que Dios no es un Dios que hace las cosas desordenadamente y a lo loco. Sino que todo tiene un orden, un orden perfecto por un ser perfecto.

Como les dije previamente, en el relato de la creación existe un mensaje muy poderoso; en el relato de la creación, podemos encontrar las respuestas a muchos interrogatorios que el enemigo pone en nuestra mente. Digo esto porque como les he predicado en otras ocasiones, el diablo nos puede tentar, pero la decisión final de no hacer lo que desagrada a Dios descansa completamente en nosotros. Pero a pesar de que a través de estudios bíblicos y predicas cristianas hemos escuchado este mensaje numerosas veces, con frecuencia los cristianos permitimos que el enemigo entre nuevamente en nuestra vida para causar caos en lo que Dios había ordenado. En otras palabras, permitimos que la obra que Dios ha iniciado en nosotros, y que está edificando en nuestra vida, sea destruida o interrumpida, y esto causa que volvamos a sentir el vació que Él había llenado. ¿Cómo podemos evitar que esto suceda? De la única manera que podemos evitar caer en semejante posición es a través de la palabra de Dios, porque la palabra de Dios es lo único que puede mantenernos firmes en nuestra visión [Isaías 55:11].

La palabra de Dios nos revela lo que es de Dios, y lo que no es de Dios. Solo tenemos que prestar atención y podremos distinguir sin dificultad alguna. En muchas ocasiones nosotros nos desviamos, dejamos de escuchar la voz de Dios, dejamos de hacer Su voluntad. Pero solo con la palabra de Dios podremos recuperarnos de esto. La palabra de Dios fue la que tomo control del desorden que existía en la tierra. La palabra de Dios formo del vació y el desorden, un lugar precioso y lleno de vida. Dios no creo un lugar desolado, no creo un lugar sin orden, Dios creó el mundo con un propósito, creo a toda criatura con un propósito.

Pero como he predicado, en muchas ocasiones nosotros vemos cosas suceder que nos dejan pensando; en muchas ocasiones oímos testimonios que nos dejan confundidos. ¿Son estas cosas de Dios? ¡Absolutamente no! Si lo que hemos visto o escuchado nos deja confundidos, frustrados o causa que dudemos de Su poder y gloria, entonces podemos estar muy seguros que no es de Dios. Si pensamos, hacemos, o actuamos de una manera que nos conduce a violar el orden que Dios ha creado, el orden que Dios ha establecido, entonces tenemos que reconocer que estamos en rebeldía. Y todo cristiano debe saber que la rebeldía tiene su pago [Jeremías 2:19].

Como he predicado y enseñado en los estudios bíblicos, Dios no quiere que nos apartemos de Su presencia, Dios no quiere que vivamos en discordia. Dios quiere restaurarnos a una relación completa con Él. A través de su palabra Dios nos habla cuando nuestras vidas se encuentran desordenadas y vacías; Él causara que del vació, que del caos, que del desorden algo nuevo sea formado. Dios causara que algo excelente suceda, Su poder, Su amor y Su palabra nos llenara. Él hará con nosotros tal como hizo con la tierra en el principio, de la nada, de lo vació, pasaremos a ser criaturas nuevas [2 Corintios 5:17]. Todo lo que tenemos que hacer es abrazar a Dios, todo lo que tenemos que hacer es permitir que la luz sea separada de las tinieblas. Tristemente, esto es algo que muchos cristianos tienen gran dificultad hacer. Les digo esto porque las tinieblas, es decir la vanagloria, el ego, los celos, la rebeldía, el yo, y todas esas otras cosas que pueden y son consideradas como tinieblas, son cosas difíciles de combatir y superar cuando tratamos de hacerlo usando nuestra propia fuerza. La razón es porque estos son espíritus inmundos que han sido creados y fortificados en nuestra vida a través de los años, y han tomado potestad en nosotros. Y es por eso que tenemos que aprender a reconocerlos por lo que son; espíritus inmundos que solo sirven para causar confusión, división, desorden y rebeldía.

¿Podemos dejar todas estas cosas atrás y servir a Dios humildemente? ¿Podemos abrazar la luz y dejar las tinieblas? ¡Sí! Solo tenemos que permitir que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, y que nos cree nuevos con Su poder y orden. Dios quiere renovarnos, Dios quiere restaurarnos al nivel que tenemos que llegar para poder ser utilizados. Sin la presencia de Dios en nuestra vida, o si estamos en un estado de rebeldía, entonces estamos igual que la tierra en el principio.

Todos los cristianos, y todo ser humano estamos necesitados de dirección, necesitados del orden que solo Dios puede establecer. No permitamos que el enemigo tome posesión legal en nuestra vida, no permitamos que lo que Dios está haciendo en nosotros sea detenido o impedido a causa de un demonio mentiroso. Nuestro potencial, lo que Dios quiere y tiene en mente con cada uno de nosotros es mucho más de lo que nos podemos imaginar. Dios puede y quiere causar que nuestras tinieblas se conviertan en luz, y nuestros errores en victorias.

Para concluir. La Palabra nos dice: "...Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz..." Dios envió la luz al mundo, Dios envió a su hijo unigénito para que nunca más estuviésemos perdidos en las tinieblas. Existe un orden divino en este mundo, existe un potencial inmenso en cada uno de nosotros, pero tenemos que estar dispuestos para que Dios lo pueda cultivar.

Tenemos que reconocer esas cosas que en muchas ocasiones nos hacen tropezar. No permitamos que las cosas de este mundo, que los poderes de las tinieblas tomen autoridad en nuestra vida nuevamente. Dios dijo “...Sea la luz; y fue la luz...”, dejemos que la luz sea reflejada en cada uno de nosotros, busquemos el orden de Dios y sirvámosle en obediencia.

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